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viernes, 28 de enero de 2011

¡No más planes!

La mayoría de empresas e instituciones, sobre todo si son estatales, padecen de una enfermedad crónica: Parálisis por Análisis.

Cada vez que surge un problema, planeamos; cuando el plan no se cumple, volvemos a planear; ¿cuándo vamos a despegar?

La mayoría de nosotros hemos tenido la experiencia de pasar horas en reuniones donde discutimos sobre cosas que jamás pasan, sean buenas o malas. La cantidad de tiempo invertido en ponernos de acuerdo (en las empresas, gobierno, instituciones, etc.) consume tantos recursos que da miedo.

No estoy diciendo que es malo planear, pero en su justa medida. Más planes no nos llevan a mejorar los resultados, son las acciones las que lo logran.

Hace poco vi como acciones sencillas pueden hacer grandes diferencias en una empresa: barrer, limpiar y pintar paredes han tenido un gran efecto en la moral de las personas que trabajan ahí. Me dio mucho gusto.

El día de hoy estaba pensando en qué escribir (estaba planeando) y no tenía muy claro de qué, así que me puse a escribir.

Como dijo Mafalda, "y si en vez de planear tanto voláramos un poco más alto!

Creo que esto nos hace falta para ya no ser un país tercermundista.

lunes, 24 de enero de 2011

El empresario de a pié

La mayoría de nosotros tiene una imagen idealizada de quién es un empresario, nos lo imaginamos de traje y corbata, con muchísimos recursos, con gran influencia política y estigmatizado como “de derecha”, ¿están de acuerdo?

Sin embargo, existe el empresario de a pié, el empresario “común y corriente”, el dueño de un taller, el que tiene un par de camiones, el que tiene una pupusería grande,  el que se truena los dedos para pagar la planilla de cuatro trabajadores, que no le va a ningún partido político porque no tiene tiempo debido a que está trabajando.

Ese empresario, el que triunfa en Estados Unidos a base de esfuerzo, el que le manda las remesas a su familia, el que a base de sacrificio está saliendo adelante.

De esos empresarios necesitamos más, de los que puedan dar trabajo a diez personas, de los que se interesan por esas diez.

Pero necesitamos, también, que paguen sus impuestos. No aprendan a evadir, pues están comprometiendo el futuro de sus hijos, de los que vivan en El Salvador.

Necesitamos que prosperen, que se hagan grandes, pero con esfuerzo, haciendo las cosas correctas.

Tal vez con ellos pudiéramos sacar adelante a este país tercermundista.

sábado, 22 de enero de 2011

Vaya con Dios Doña Lydia

Nunca se lo dije, sin embargo siempre sentí una gran gran admiración por su actitud hacia la vida; a pesar de todas las razones que había para limitarse, no lo hizo.

Dios quizo que hoy usted se reencontrara con Él, ya era tiempo de descansar.

Estoy seguro que la huella que ha dejado en su familia será imborrable y siempre recordaremos con cariño su sentido del humor, su amor por la vida y por su familia.

Tuvo usted la dicha de tener un esposo ejemplar, a sus setenta y tantos, parecía un jovencito, siempre imparables.

La recordaremos con cariño.

jueves, 20 de enero de 2011

Tanque lleno y vejiga vacía

Hace un par de años fui a México DF por razones de trabajo, lo primero que aprendí fue que para movilizarte en esa ciudad debes llevar el  tanque lleno y la vejiga vacía, de lo contrario puedes pasar ratos realmente desagradables en el complicado tráfico.

Si tienes la fortuna de tener que circular por el boulevard del ejército, avenida Jerusalem, boulevard de los próceres y otras cuantas emblemáticas calles del Gran San Salvador, sobre todo cuando al resto del mundo se le ocurre hacer lo mismo, valdría la pena seguir el consejo de los mexicanos.

En las noticias están anunciando, nuevamente, esos eventos que se dan en años pre-electorales: paros, huelgas, manifestaciones, tomas de calles, edificios,  y otras tantas expresiones populares (¡qué fastidio!).

Sería bueno, entonces que nos acostumbremos a no circular con menos de medio tanque y a llevar un par de daipers, por aquello de los accidentes hidráulicos.

Aún sigo sin entender porqué se le llama libertad de expresión a hechos que en países desarrollados se llaman delitos: destrucción de la propiedad, violentar el derecho de los demás a circular libremente, entre otros.

¿Será porque estamos en un país tercermunista?

miércoles, 19 de enero de 2011

Más vale caer en gracia, que ser gracioso

Ayer en la noche tuve la oportunidad de estar en un evento organizado por la revista Estrategia y Negocios, en el cual se premiaron a columnistas y bloggeros de Centroamérica y Colombia. El propósito de la revista es incentivar a los jóvenes a que den su opinión en temas de actualidad: política, negocios, economía,  seguridad, medio ambiente, etc. Me llamó la atención que casi todos hablaron de política, redes sociales, tecnologías, transparencia, ecología, pero nadie habló de negocios.

Creo que es necesario hablar del tema, probablemente haya poco experiencia propia, pero habrá bastante sentido común.

“Más vale caer en gracia, que ser gracioso”, ese es uno de los más valiosos consejos que me dio mi abuelo, el cual aplicaba con mucho éxito en todas las áreas de su vida, especialmente en los negocios (dejemos un lado a las damas en esta ocasión). El mensaje que mandaba era que hay que tratar de congraciarse con la mayor cantidad de personas posibles, ampliar al máximo tu red de contactos.

A la mayoría de nosotros nos gusta hacer negocios con gente que conocemos, implícitamente creemos que con esto se reduce el riesgo de hacer un mal negocio.

Mi abuelo era genial para hacer amigos, su arma favorita: dos dulces.  Siempre andaba dulces, decía que “a todo mundo le gustan los dulces, siempre regala dos dulces, uno es muy poco, tres ya es piñata (además son baratos)”. Esos dos dulces le abrieron muchas puertas, por supuesto que a los dulces le acompañaba una sonrisa agradable y buen trato, pero eran la llave para abrir una conversación.

Podemos ponerle un nombre pomposo: Customer Relationship Management, Networking, Alianzas Estratégicas, lo que se les ocurra, pero al final los negocios que perduran en el tiempo están apoyados por  las relaciones que logremos hacer con otras personas.

Sabio consejo del abuelo: “Más vale caer en gracia, que ser gracioso”.
Son las cosas que se aprenden en los países tercermundistas.

martes, 18 de enero de 2011

¿Hacer Justicia o Cumplir la Ley?

Si ánimo de ofender, pero en este país pareciera que la justicia y las leyes son dos cosas totalmente diferentes, muchas veces antagónicas, como dijera  Montesquieu “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa.”

A lo anterior agreguemos que los tecnicismos y procedimientos son más importantes que las mismas leyes, entonces tendremos una idea de cómo estamos.

Es inconcebible que delincuentes salgan libres por legalismos: que no se le leyeron los derechos, que ya había pasado el período de flagrancia, que la policía incumplió un procedimiento, que el  fiscal no firmó un documento, ¿captan la idea?

El hecho que un funcionario se equivoque en un proceso, a veces a propósito, no exime al criminal de su delito. ¿Por qué no se procesa al funcionario por esas omisiones? Eso sería un buen incentivo para ser más cuidadoso en el trabajo.

Si nuestro sistema judicial no hace justicia, alguien más lo hará. En Guatemala, sobre todo en el interior del país, son comunes los linchamientos públicos de criminales, no se justifica, es ilegal, pero es efectivo.  ¿Tendremos que llegar a estos extremos?

Les hago una propuesta, dado que el  judicial es el tercer poder del Estado, ¿por qué no sometemos a elección pública a los jueces? ¿Qué pasaría si cada juez debe dar cuentas a la población de sus acciones? ¿No les parece más justo?

Aristóteles decía que para saber mandar bien, es preciso saber obedecer; que bien les caería a los funcionarios públicos seguir este principio.

Son las cosas que pasan en los países tercermundistas…

domingo, 16 de enero de 2011

ERA MEJOR LA GUERRA

El día de hoy, 16 de enero de 2011, celebramos un aniversario más de haber firmado los acuerdos de paz, los cuales pusieron fin a la guerra civil salvadoreña.

Esta tarde, en una reunión familiar, mis tíos discutían el tema y llegaban a la conclusión de que era preferible aquella época. Que triste reconocer que hoy, en El Salvador, vivimos más inseguros que entonces.

Antes, habían dos bandos, para el salvadoreño común había una posibilidad de vivir al margen del conflicto si no se metía con  nadie. Ahora, no hay un enemigo claro, no hay bandos; sin embargo, seguimos en guerra.

Hoy es fácil morir en una discusión por un parqueo, en un asalto en el bus, víctimas de una motorrata o en tu negocio al no pagar renta. Poco a poco la desconfianza hace que veamos a cualquiera como nuestro enemigo.

Cree que estamos siendo muy fatalistas? lea el periódico. Hace poco oí una expresión que lo resume, "Nada nuevo en el diario, sólo muertos".

Recuerdo que en el 1983, tenía 6 años en ese entonces, mi papá me dio instrucciones por si algo le llegaba a pasar a él y a mi mamá, me enseñó dónde estaba el revolver y su seguro de vida, hizo que me aprendiera el teléfono de mi tía, que sería quien nos cuidaría ante una eventual fatalidad. "Cuando yo no estoy, vos sos el hombre de la casa, vos cuidás a tu mamá y a tu hermano". No estaba metido en política, ni con el gobierno, ni con la guerrilla, era un ciudadano común pero la balas perdidas eran para los ciudadanos comunes.

Hoy, mi hija mayor tiene 6 años, lo último que quisiera es decirle dónde están los papeles del seguro por si me pasara algo. Pero así como van las cosas...

Lo que me sigo preguntando es hasta cuándo seguiremos así, si los responsables de la seguridad del país siguen sin hacer su trabajo esto se va a convertir en el lejano oeste, donde cada quien tomaba la justicia en sus manos.

Son las cosas que pasan en los países tercermundistas.

viernes, 14 de enero de 2011

Comparaciones Odiosas

Todas las comparaciones son odiosas, por eso gustan tanto, qué les parece si comparamos la economía salvadoreña con un carro.


En el carro vamos montados todos, ¿no se les antoja Mafalda? "Paren el mundo me quiero bajar", y a menos que un milagro ocurra el timón lo lleva el gobierno, no entremos en polémicas. Resulta que desde el punto de vista macroeconómico hay cuatro grandes políticas públicas (los puristas dirán que tres, pero entonces ya no me funciona el ejemplo) que podemos aplicar para poder mover el aparato: monetaria, fiscal, cambiaria y relaciones con el exterior (está clarísimo el ejemplo, 4 políticas --> 4 llantas).


En español, es decir, haciendo unas definiciones totalmente libres, son: política monetaria, determina la cantidad de dinero que circula; fiscal, lo que el estado gasta; cambiaria, tipo de cambio con otras monedas y relaciones con el exterior, qué tan cerrada o abierta será la relación, influenciada principalmente por aranceles e incentivos. Si estas cuatro políticas son aplicadas con destreza, preferiblemente por un Chicago Boy, no habrán límites en el crecimiento de un país y todos seremos felices. Un Ferrari 599 GTB estaría a la altura, como comparación, no para algún político.


Suena fantástico, casi orgásmico, pero en El Salvador estamos dolarizados entonces no podemos imprimir dinero, al menos no legalmente, entonces multipliquemos por cero la política monetaria. Curiosamente, el tipo de cambio queda fijo, entonces tampoco podemos usar la política cambiaria. A este punto pudiésemos tener una moto como modelo económico, no está mal, pero con todos los convenios con la OMC y acuerdos de libre comercio, resulta que nuestras relaciones con el exterior cada vez son más abiertas, los aranceles tienden a eliminarse, al igual que los incentivos (¿han oído hablar de lo que pasó con el drawback?).


¿Y entonces?, nuestro modelo económico se ha convertido en un monociclo (no estoy diciendo que lo maneja un payaso),  lo cual me recuerda aquella frase de Churchill: "Una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantarse tirando del asa".


Consuelo de tontos: esto no sólo pasa en los países tercermundistas.

jueves, 13 de enero de 2011

Dogmas Estratégicos

El fin de semana pasado tuve uno de esos que son difíciles de olvidar, no sólo porque dormí 15 horas seguidas, si no por la razón que ocasionó esto.


Resulta que desde hace un año decidimos con mi esposa continuar nuestros estudios y cursar una maestría en administración de empresas (¿suena aburrido?) con énfasis en finanzas (¡eso es masoquismo!), la cosa es que llevamos un año dejando de vivir para lograr salir adelante con este propósito, hasta ahora todo había marchado bien, hemos tenido profesores excelentes, casi eminentes, un par de regulares y como siempre, no falta el pelo en la sopa, uno (o dos, depende a quien le pregunten) muy malo.


Parece que ser profesor de maestría, para algunos, es el equivalente al viagra pues les ayuda a levantar el... ego, nada de malo con eso si no fuera que para sentirse bien tengan que  hacer sentir miserables a todos los que tenemos que soportarlos. Sesiones de tres horas de clases ya son lo bastante desafiantes para cualquier catedrático de vocación, sobre todo en un curso de post-grado, que intente ayudar a sus alumnos a aprender algo, por lo menos el listado de libros y sitios al cual recurrir cuando la imaginación y el razonamiento se agotan; si a lo anterior le sumamos una baja autoestima, pocos amigos y poco éxito en la vida se imaginarán lo que puede ocurrir.


Todo comenzó a eso de las 10 de la mañana hace un mes, primer día de clases, Dirección Estratégica, que nombre más bonito para una materia, mi primer problema fue comentarle al catedrático que precisamente mi trabajo consistía en coordinar el proceso de planeación estratégica en la compañía para la cual laboro, la segunda, fue hacerle una observación trivial, que si no creía que debíamos definir qué es estrategia antes de explicar el proceso, el siguiente error, fue darle la definición.... Un mes después, resulta que debo aceptar como dogma de fé cualquier metodología, formato, descripción u ocurrencia que sea expuesta por este gran gurú....


Bueno, son las cosas que pasan en los países tercermundistas.