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viernes, 18 de marzo de 2011

Vírgenes hablando de sexo

¿Por qué se critica tanto a los profesores universitarios? Creo que haciendo la excepción de aquellos que resultan repugnantes por su falta de vocación o baja autoestima, se debe a su falta de experiencia en los contenidos que imparten.

Una y otra vez nos hemos encontrado con catedráticos que, no teniendo nada mejor que hacer con su tiempo, se dedican a amargarle la existencia a sus discípulos; otros, simplemente no saben que no saben y se dedican a enseñar su ignorancia.

Al hablar de negocios, es común encontrar a profesionales con visiones románticas sobre cómo hacer dinero mediante una empresa, a pesar de nunca haber generado cinco centavos mediante un emprendimiento.

Hace un año leí un libro llamado “Ahead the Curve”, el cual cuenta la historia de un periodista que cursó una maestría en administración de empresas en Harvard; en una de las clases llamada el Gerente Emprendedor les enseñaban el arte de emprender negocios.

Era como escuchar a vírgenes hablar de sexo. Mucha teoría, cero práctica.

Aunque parezca raro, todavía hay vírgenes a los cuarenta y tantos, por lo menos en lo que se refiere a negocios.

Curiosamente, no sólo pasa en universidades tercermundistas.

sábado, 5 de marzo de 2011

Transparencia en la gestión pública y democracia

Francisco Sorto Rivas
Master en economía, especialista en gestión de políticas públicas
Fran.sorto@gmail.com

Hace algunos meses tuvimos el placer de escuchar hablar al profesor Sanz Mulas sobre la importancia de la transparencia en la administración del gasto público, ponencia que se inscribió en el marco del Diplomado que sobre Política Fiscal en El Salvador se impartió en la Facultad de Maestrías y Estudios de Postgrado de la Universidad Tecnológica de El Salvador, en alianza con la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE); el último módulo del diplomado se refirió, por cierto, a la Transparencia Fiscal y la Rendición de Cuentas.

Este tipo de esfuerzo académico es consistente con la misión institucional de la Universidad que aspira a promover cambios fundamentales para nuestra sociedad, reconociendo que la transparencia en la gestión pública en general, y la administración responsable de los recursos públicos, en particular -en función del bien común-, legitima cualquier régimen democrático, al reconocérsele su preocupación por la eficiente asignación de los recursos tributarios para la satisfacción de las necesidades colectivas consideradas prioritarias por la sociedad, observándose en ello, principios de eficacia, eficiencia, calidad y economía de recursos.

Cabe mencionar además, que la instalación de un sistema de rendición de cuentas contribuye a que la ciudadanía esté informada sobre el uso de los impuestos y la responsabilidad del Gobierno al gastarlos; esto permite que los bienes y servicios adquiridos para satisfacer necesidades colectivas se obtengan con base en una evaluación objetiva de las ventajas y desventajas de cada solución probable y de los costos y beneficios imputables a cada alternativa; esto propicia, naturalmente, un ambiente de confianza en torno al quehacer de las instituciones públicas, permitiéndoles ejecutar sus respectivas propuestas estratégicas de creación de valor público.

Consciente de su compromiso social, la Universidad considera que con la promoción de la transparencia y la rendición de cuentas se apuntala la democracia como modelo político ideal para la realización plena del ser humano como persona.

Hay múltiples estudios que demuestran que existe una relación directa entre la transparencia y el desarrollo económico de los países y esto es así porque los recursos que se distraen de la actividad económica, mediante el cobro de impuestos, deben ser invertidos de manera socialmente rentable en bienes y servicios que mejoren la calidad de vida de la población y creen, a la vez, condiciones de estabilidad social para la ejecución de proyectos de inversión de larga maduración. El leitmotiv entonces de una administración pública deseable sería congruente con una cultura de transparencia y rendición de cuentas.

Partiendo del supuesto que el mercado es un mecanismo eficiente para la organización de la producción, en función de las prioridades sociales expresables a través de una demanda efectiva, nos podríamos preguntar entonces, qué rol debería desempeñar el Estado dentro de una economía de mercado, y encontraríamos rápidamente la respuesta en las necesidades de aquellos segmentos de la población con escaso poder de compra y cuya realización personal requiere de una intervención deliberada del Gobierno para suplirles sus carencias inmediatas y mediatas y además, para ofrecerles opciones reales para remontar su situación económica imperante, de forma auto sostenible. Todo esto supone la existencia de una especie de contrato social, donde los que tenemos algunas posibilidades materiales nos solidarizamos con aquellos que no las tienen, para sufragar, a través de los impuestos, una serie de servicios y bienes considerados meritorios por todos nosotros.

De hecho, la identificación de esas necesidades prioritarias la hemos delegado a nuestros gobernantes, así como el manejo responsable de los recursos colectivos que le entregamos para el bien común; esto impone al funcionario público una mayor responsabilidad ética, respecto al ejecutivo de una empresa privada que, pervirtiendo su labor, termina gestionando los recursos de la firma en beneficio personal y no, del dueño (conflicto de agencia) -en el caso de la gestión pública estaríamos hablando de corrupción-; digo esto porque, aunque ambas acciones son igualmente execrables (conflicto de agencia y corrupción pública), los recursos colectivos (impuestos) constituyen la única opción de atención médica, de obtención de educación de calidad y de techo digno, por ejemplo, para una gran parte de la población; es por eso que el gasto de las instituciones públicas debe ser transparente y los funcionarios públicos deben rendirle cuentas a los contribuyentes sobre cómo han usado sus impuestos para solucionar las condiciones carenciales de grandes sectores de la población y potenciar, asimismo, el crecimiento sostenido de la economía.

Ahora bien, es necesario enfatizar que esta cultura de transparencia y rendición de cuentas no es producto de una generación espontánea, sino que debe construirse a partir de la conciencia ciudadana acerca del rol del Estado en la sociedad y de las instituciones públicas como su expresión más visible, a través de las cuales se implementan políticas para elevar la calidad de vida de la población; en esta tarea de concientización ciudadana juegan un papel fundamental las universidades, al comprometerse con la formación integral y ética de sus estudiantes.

Convencidos de todo esto y de los esfuerzos que se vienen haciendo en el país en pro de una institucionalidad que sea garantía para el ciudadano común, de la transparencia en la gestión de la cosa pública, del combate a la corrupción y la apertura de espacios públicos para fortalecer la democracia, nos da mucha satisfacción apreciar los espacios públicos que se abren en esta Universidad para que personas como el profesor Sanz, contribuya al debate de este tipo de temáticas que revelan, claramente, la relación existente entre la transparencia y la democracia, la cual se ve comprometida, de tanto en tanto, como consecuencia de la opacidad en el manejo de los fondos públicos y la desatención de grandes problemas colectivos que demandan solución urgente.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Mi abuelo y el dinero

Mi abuelo me dio grandes lecciones de negocios sin proponérselo, el estaba muy orgulloso de ser comerciante. Hizo su patrimonio de la nada, desgastándose la vida en ello, pero era feliz contando las historias que lo llevaron hasta ahí.

Mi abuelo era muy consciente de lo que cuesta el dinero y por esto tenía cierta fama de ser “frugal”; tacaño también sería una palabra adecuada. Por supuesto que había excepciones; con la comida, por ejemplo, no escatimaba en comida. “Para que alcance tiene que sobrar”, decía. Pero sacarle una moneda era dificilísimo.

Cuando un nieto o un hijo se atrevía a pedirle dinero tendría que aguantar un par de horas mientras le contaba lo mal que estaban los negocios. Uno terminaba queriéndole dar unos cuantos pesos para ayudarle. No tengo pisto, repetía.

Alguna vez me explicó como manejaba su caja chica, es decir los dos rollos de billetes que siempre andaba en los pantalones; en una bolsa andaba su dinero, unos cuantos billetes de baja denominación. En lo otra unos cuantos miles, este es el dinero del negocio, no es mío.

Siempre creí que mi abuelo estaba dispuesto a enseñarte cómo hacer dinero, sin embargo, nadie de los que le pedía tenía la paciencia para aprender eso.

El profesor William Sahlman de la Universidad de Harvard dice: “Más efectivo es preferible a menos efectivo. El efectivo más pronto es preferible al efectivo después. El efectivo seguro es preferible al efectivo riesgoso. Nunca te quedes sin efectivo.”

Esto lo tenía claro mi abuelo, él lo aprendió en un país tercermundista.